Biotecnología es un término comúnmente aplicado al desarrollo de nuevos medicamentos y terapias, el desarrollo de platas modificadas genéticamente, biocombustibles, tratamientos biológicos o la producción de productos químicos (papel, textiles y alimentos). Su campo trasciende a disciplinas diversos como la medicina, agricultura y la industria. Como comentan los expertos, ha habido un aumento en la demanda de aplicaciones y productos biotecnológicos, y la tendencia solo muestra signos de aceleración.

Entre los principales índices de biotecnología en los EE.UU. están el Nasdaq Biotechnology Index - NBI, lanzado en 1993, que utiliza un metodología ponderada de capitalización y está compuesto por valores de empresas que cotizan en el Nasdaq, clasificadas como biotecnológicas (cerca de 230 empresas) o farmacéuticas (44 empresas). El índice se rebalancea trimestralmente.  Y el índice S&P Biotechnology Select Industry, lanzado en 2006, pero a diferencia del anterior, ofrece exposición puramente a biotecnología y las empresas que le constituyen tienen igual ponderación. Está integrado por 186 componentes de igual ponderación, mientras que el NBI más de 270. Hay otros índices pero con menor uso por parte de gestores, como el NYSE Arca Biotechnology (BTK) integrado por empresas de gran capitalización; y el ICE Biotechnology que incluye empresas dedicadas a la investigación y desarrollo de tratamientos terapéuticos pero no a la comercialización y producción masiva de fármacos.

Para las acciones de biotecnología este año, abril fue realmente el mes más cruel. El fondo cotizado SPDR S&P Biotech cayó un 17,9% en abril, lo que eleva la caída total para 2022 al 34,1%. En los últimos 12 meses, el XBI ha bajado un 43 % (el XBI se basa en el índice S&P Biotechnology Select Industry) y el Nasdaq Biotechnology Index NBI el -22%, mientras que el S&P 500 solo ha bajado un 1,6 %. El dolor sigue centrado en las empresas biotecnológicas de pequeña y mediana capitalización.

Otro fondo cotizado en bolsa centrado en la biotecnología, el iShares Biotechnology ETF (IBB), que tiene una mayor ponderación hacia el extremo de mayor capitalización del sector, ha bajado solo un 24,4% en los últimos 12 meses, mientras que solo en abril lo hizo en -10,5%, una caída más parecida a la caída del S&P 500, que bajó un 8,8% en el transcurso del mes.

A pesar de que todo apuntaba que lo peor de marzo, con una caída del 47,8 % desde el pico del XBI el 8 de febrero de 2021 sería historia, un mes más tarde el ETF acumula una pérdida del 57,6% desde ese pico.

Las perspectivas de este sector siguen siendo muy favorables a largo plazo, sin embargo, a corto plazo las dudas se ciernen en casi todos los sectores, pero por cuestiones más top-down. El estratega de renta variable de atención médica de Oppenheimer, Jared Holz, comentaba en un correo a inversores que la actividad de fusiones y adquisiciones y los datos positivos de los ensayos clínicos, considerados en general como precursores necesarios para la recuperación del sector biotecnológico, no han logrado mover la aguja en las últimas semanas. Holz citó el acuerdo reciente de GlaxoSmithKline –1.71% 1.900 millones de dólares para comprar Sierra Oncology, y los recientes datos positivos sobre el cáncer de Nkarta parecen no haber tenido mucho impacto en el sector.

Por su parte, el analista Michael Yee, de Jefferies, prevee más aguas turbulentas, con un sector que "podría seguir cambiando hasta que más catalizadores con un mayor impacto en toda la industria sean positivos y los inversores puedan ver más claramente un riesgo/recompensa significativamente mejor en todo el sector”. De hecho, publicó una lista actualizada de acciones de biotecnología con capitalizaciones de mercado superiores a 100 millones de dólares que cotizan a un EV de menos de cero, lo que significa que sus capitalizaciones de mercado son menores que sus saldos de efectivo. Según los cálculos de Jefferies, esa lista incluye a Galápagos, que tiene un EV de -904 millones de dólares, y Atea Pharmaceuticals, la compañía cuyo programa antiviral Covid-19 tropezó a fines del año pasado, que tiene un EV de -278 millones de dólares así como Adagio Therapeutics, una empresa que trabaja en un fármaco de anticuerpos para tratar el covid-19, con un EV de -276 millones de dólares.

Hay otros factores que también Rudi Van den Eynde, Head of Thematic Global Equity de Candriam y gestor de uno de nuestros fondos top Candriam Oncology, nos recuerda. Hace especial hincapié a que valoraciones del sector se encuentran a niveles muy atractivos, tanto en términos absolutos como relativos. Como se aprecia en el siguiente gráfico, el PER del índice Nasdaq Biotechnology (NBI) se encuentra en mínimos de los últimos 20 años, en torno a las 12x, mientras que el PER del S&P está por encima de las 19,8x.

A pesar de que los inversores parecen haber perdido interés en muchas de estas empresas que gozaron del su beneplácito durante la pandemia del 2020, como se comentó ya, la tendencia solo muestra signos de aceleración, con unas ventas de medicamentos que continuarán mostrando crecimientos del 6,4% hasta el 2026 (superiores al crecimiento económico), con unos gastos en biotecnología en torno al 10% en ese mismo periodo. Se espera que el mercado mundial de la biotecnología, que se situó en 627.630 millones de dólares en 2020, crezca a una tasa compuesta anual del 8,57 % durante el período 2021-2026.

Y por si esto no fuera suficiente, el especialista de Candriam comenta  que estas empresas cuentan con costes de producción bajos y aunque la inflación vaya al alza, cuentan con poder de fijación de precio, haciéndolo un sector defensivo en entornos como el actual. Y como ya lo hiciera Holz, se ha visto en la última década que la industria se encuentra en un proceso de M&A con unas primas también muy atractivas, de las que sus fondos en Candriam se ha beneficiado.

Las opciones de inversión en el sector existen, pero siempre de la mano de los expertos, ya que no es un sector fácil de comprender ni de seguir, se encuentra en en constante evolución, con una serie de operaciones corporativas, y en un entorno con fuertes implicaciones regulatorias.