El posterior giro agresivo de los bancos centrales en los MDs ha dado paso a un cambio de paradigma evidente a partir del aumento de los rendimientos de los bonos, la disminución de la cantidad total de deuda de rendimiento negativo y el aumento más persistente de los precios de las materias primas a principios de 2022.

Este cambio de paradigma se ha reflejado en los mercados financieros globales a través de una fuerte rotación desde el crecimiento hacia las acciones de valor. Históricamente, los cambios bruscos y repentinos en las expectativas de los tipos de interés han estado asociados a un gran impacto en el rendimiento de las acciones de valor frente a las de crecimiento en EE.UU, tal como ha sido el caso en 2022.

Anclando la duración de su cartera de acciones con el Valor

Con las expectativas de que los tipos continúen subiendo, los inversores están revolviendo en busca de activos de corta duración. Una diferencia crucial entre las acciones de valor y las de crecimiento es la duración. A diferencia de las acciones de valor, las acciones de crecimiento se benefician en gran medida de la caída de los rendimientos de los bonos, ya que sus flujos de efectivo se extienden mucho más hacia el futuro. Las acciones de crecimiento tienden a tener una duración más larga y, por lo tanto, son más sensibles a los cambios en el interés de descuento utilizado para descontar estos flujos de efectivo, lo cual es precisamente la razón por la que las acciones de crecimiento han estado en el epicentro de la venta generalizada en 2022.

En todos los sectores observamos que aquellos orientados al valor como los bancos, la energía y los recursos básicos cuentan con flujos de efectivo actuales, así como un crecimiento a largo plazo más lento que tiende a haber entre los de menor duración. A pesar de que los sectores orientados al crecimiento, como la tecnología (incluido el software, los servicios y los semiconductores), el cuidado de la salud y la industria (bienes de capital y servicios comerciales) se caracterizan por un alto crecimiento y un gran flujo de efectivo a futuro, tienden a tener duraciones altas. 

Geográficamente, Canadá, el Reino Unido y Europa tienen una duración más corta al usar ponderaciones medianas en el Índice subyacente respectivo debido a su mayor exposición a los bancos y las materias primas. En comparación con sus pares de los mercados desarrollados, EE.UU tiene la duración más larga, mientras que la duración de Japón es excepcionalmente baja, en alrededor de 16 años utilizando ponderaciones medianas. Dicho esto, la ponderación del índice sesga los resultados de duración en la dirección opuesta, de modo tal que la duración de Japón de 18,6 años es casi comparable a la de EE.UU.

Esto se debe a que las cinco principales empresas del índice de referencia de Japón -Fast Retail, Tokyo Electron, Softbank, Fanuc y KDDI- tienen duraciones superiores a 20 y representan el 25 % del mercado.

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El argumento de la valoración

Durante la última década, la caída de los rendimientos de los bonos, la baja inflación y la escasez de crecimiento económico llevaron a una gran disparidad de valoración entre las acciones de crecimiento y las de valor. La diferencia de valoración entre las acciones de valor y de crecimiento desde una perspectiva de precio/beneficios nunca fue tan pronunciada como se vio en diciembre de 2021, incluso durante la burbuja de Internet. Todavía estamos en las primeras etapas de la corrección de esta amplia brecha de valoración entre las acciones de crecimiento y las de valor, que actualmente es más de 1 desviación estándar por encima de su media de 10 años, incluso después de la fuerte corrección a principios de este año.

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Navegando en un entorno inflacionista más alto con una exposición a altos dividendos y al factor de valor

En medio del entorno de tipos al alza y la rotación de acciones de crecimiento a acciones de valor en su etapa inicial, los inversores podrían buscar oportunidades en acciones de valor de alto dividendos en EE.UU. Actualmente, el 56 % de las empresas del índice S&P500 tienen un rendimiento por dividendo superior al nivel de los bonos del Tesoro de EE.UU a 10 años y las estrategias de altos dividendos estarían todas considerablemente por encima de dichos bonos. En una época en la que la rentabilidad es importante y las acciones tecnológicas no redituables están siendo presionadas por el aumento de los tipos de interés, las acciones de altos dividendos están comportándose como activos de menor duración.

Conclusión

La inversión en valor y crecimiento tiende a ser de naturaleza cíclica, estrechamente vinculada con el apetito por el riesgo cambiante de un inversor. Una vez que la inflación comienza a aumentar, pueden pasar varios años antes de que el mercado general acepte la tendencia al alza. En consecuencia, para los inversores con un horizonte a largo plazo, sería prudente centrarse en el reequilibrio hacia el factor de valor.

Si bien reconocemos que los mercados suelen ser eficientes a largo plazo, esperamos que esta anomalía de precios se corrija, ya que el contexto macroeconómico favorece una mayor asignación de valor.

Dejando a un lado el rendimiento y la valoración, los principios de la diversificación permanecen intactos.