La deuda corporativa global de grado de inversión tuvo un cuarto trimestre complicado, como consecuencia de la tendencia de endurecimiento monetario que mostraron los principales bancos centrales y la aparición de la variante ómicron. Según el índice Bloomberg Global Aggregate Corporate, los diferenciales aumentaron 9 puntos básicos (pb), desde los 88 pb que registraron a finales de septiembre a los 97 pb de final de año. La rentabilidad total y sobre el índice durante el trimestre fue de -0,46% y -0,28% respectivamente, con cobertura en dólares.

Los bonos con calificación BBB se vieron superados por el resto de calificaciones, y la rentabilidad total del sector financiero fue inferior a la del sector industrial y de los suministros públicos. En términos regionales, y en lo que respecta a la rentabilidad sobre el índice, la deuda en dólares superó ligeramente a la deuda corporativa en euros, con un rendimiento del -0,29% y el -0,38% respectivamente.

El aumento de la inflación ha generado preocupación por el futuro endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales. Aunque las valoraciones están ajustadas, la demanda de rendimiento y la mejora de los fundamentales de crédito de los emisores resultarían favorables. Sin embargo, ante un perfil de riesgo-rendimiento cada vez más asimétrico, resulta crucial ser selectivo.

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Somos prudentes en lo que respecta al riesgo de crédito, pero nuestro enfoque de análisis fundamental bottom-up nos permite encontrar oportunidades en los mercados de crédito global.

En el sector de la energía favorecemos las compañías estadounidenses de procesamiento, almacenamiento y transporte de petróleo y gas, que se benefician de la estabilidad de los precios del petróleo, así como las compañías estadounidenses de suministros públicos, más defensivas y reguladas, que también ofrecen oportunidades atractivas. Aunque nuestro analista considera que el nivel de apalancamiento de estas compañías podría aumentar ligeramente para financiar la transición hacia la energía limpia, también se prevé que aumenten sus beneficios y flujos de caja. Hemos entablado un proceso de diálogo e inversión en aquellas compañías que prestan una mayor atención a los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG).

También vemos oportunidades en compañías de software y de la nube, ya que el COVID-19 ha acelerado muchas de las tendencias preexistentes a largo plazo. Sin embargo, en nuestras carteras de deuda global tendemos a evitar compañías que están inmersas en actividades favorables a los accionistas, como es el caso de las farmacéuticas que podrían buscar importantes oportunidades de fusiones y adquisiciones financiadas con deuda.

Los mercados de crédito en euros continúan resultando poco atractivos, dado el nivel ajustado de las valoraciones y una posible reducción de los estímulos por parte del Banco Central Europeo.

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