Tras lograr unos resultados destacables durante 2020, la renta variable enfocada a la transición energética ha capeado un 2021 muy volátil. En este sentido, a las acciones del sector les ha costado generar ganancias pues las presiones sobre las cadenas de suministros y el aumento de la inflación han afectado al crecimiento de muchas compañías. Como resultado, los inversores han sido menos entusiastas con la inversión en transición energética. 

Sin embargo, a pesar de las incertidumbres a las que se enfrenta el mercado en 2022, en Schroders siguen confiando en que los inversores puedan beneficiarse del sector.

1. El peor comportamiento relativo abre oportunidades de compra:

Muchas empresas que operan en el sector de la energía con bajas emisiones de carbono se encuentran en el ojo del huracán con respecto a las presiones del mercado, lo que en muchos casos ha provocado la caída del precio de sus acciones. Al invertir en el ámbito de la transición energética, siempre hay que tener en cuenta la capacidad de una compañía para volver a los niveles de rentabilidad alcanzados en tiempos menos complejos. Sin embargo, también es importante recordar que los retos que plantean los problemas de la cadena de suministro y la inflación son genuinamente extremos. Aunque los actuales cuellos de botella en la cadena de suministro y el aumento de los costes están afectando a la demanda y la rentabilidad a corto plazo, el potencial a largo plazo de estas empresas realmente no ha cambiado.

Y, lo que es más importante, a pesar de las actuales dificultades, la transición energética sigue representando una oportunidad a largo plazo. En este sentido, es fundamental aprovechar las disrupciones que surjan a corto plazo como una oportunidad de compra, especialmente teniendo en cuenta el potencial de crecimiento de la temática.  

2. Las tensiones en la cadena de suministro están disminuyendo en algunas áreas:

Todavía no hemos visto mejoras significativas de los problemas de la cadena de suministro o del aumento de costes que afectaron al mercado en 2021. Además, los precios de las materias primas y de la energía se mantienen en sus máximos recientes, las tarifas de flete siguen subiendo y los plazos de entrega de componentes clave, como los semiconductores, se han alargado aún más. Además, empezamos a ver signos de inflación salarial, lo que añade otra fuente de presión sobre los beneficios de las empresas que operan en el sector de la transición energética.

Sin embargo, hay indicios de mejora en algunas áreas. Por ejemplo, los precios del acero en China y EE.UU. han empezado a bajar desde sus máximos de septiembre de 2021 y, en algunos puertos, el número de contenedores retenidos en las terminales está empezando a disminuir. Esto debería repercutir en las tarifas de flete. El número de conductores de camiones también está empezando a recuperarse, acercándose a los niveles anteriores a la pandemia. A medida que las restricciones contra el Covid-19 sigan disminuyendo y la capacidad actual comience a restablecerse (suponiendo que no surjan variantes más graves del virus), deberíamos ver una mayor flexibilidad en las cadenas de suministro. También seguirán normalizándose los cuellos de botella causados por sucesos puntuales como el bloqueo del Canal de Suez en marzo de 2021 o las numerosas tormentas que azotaron EE.UU. causando severas disrupciones. 

3. Las decisiones políticas tendrán un impacto clave:

Hacia finales de 2021, los retrasos, cambios y debates en torno a las políticas relacionadas con la energía provocaron una importante incertidumbre y problemas en el mercado. La mayoría de las tecnologías del sector de la transición energética ya no requieren apoyo político para ser rentables, pero las medidas políticas pueden seguir provocando importantes ajustes de la demanda en función de cuándo y cómo se apliquen. Este ha sido el caso, en particular, de los proyectos de energías renovables en Estados Unidos. Los retrasos y el debate en torno a la firma de la Ley Build Back Better del presidente Biden, que incluye nuevas bonificaciones fiscales que serían útiles para los promotores de futuros proyectos de energías renovables, han provocado un descenso de los pedidos de nuevos proyectos. Aunque estas deducciones fiscales no son necesarias para apoyar el crecimiento del sector, los promotores se ven incentivados a esperar a ver si esas bonificaciones estarán disponibles antes de iniciar los proyectos.

Se esperaba que haya una pequeña ralentización de las instalaciones de energía eólica y solar a escala de servicios públicos este año, tras dos años de crecimiento extremadamente sólido, pero, posteriormente se acelerarán de nuevo en 2023 y 2024. Sin embargo, la actual dinámica política está haciendo que esta desaceleración a corto plazo sea más pronunciada. El descenso de los pedidos de equipos eólicos puede atribuirse al aumento de los costes y a las presiones de la cadena de suministro. Sin embargo, el retraso en la firma de la propuesta de Biden es una de las principales causas de esta ralentización.

Aunque la próxima votación del Senado sobre este proyecto de ley está prevista para este año, el calendario y la composición final siguen sin estar definidos. Aclarar los avances en este sentido -y si las disposiciones clave relacionadas con la transición energética pueden finalmente aprobarse dentro de esta u otra ley- podría ser fundamental para desbloquear una mayor demanda de la industria y aportar luz a las perspectivas de beneficios de los próximos años.

4. La demanda no se ha debilitado:

Las presiones sobre la cadena de suministro y la incertidumbre política de EE.UU. no ayudan a estimular el crecimiento de los nuevos pedidos. Sin embargo, el escenario general de la demanda subyacente en todo el sector de la transición energética sigue siendo muy sólido, lo que está ayudando a compensar en cierta medida estas perturbaciones. Esperamos ver un crecimiento especialmente fuerte de la demanda de baterías, una aceleración de los proyectos de hidrógeno tras un año de retrasos, y un fortalecimiento continuo de la energía solar, impulsado tanto por las aplicaciones a menor escala como por los grandes proyectos de servicios públicos que han dominado el mercado en la actualidad.

La demanda de equipos eléctricos y de gestión de la energía también debería seguir siendo sólida, además, la mayoría de las empresas presentan unas buenas previsiones de mercado para los próximos años.

La demanda de vehículos eléctricos también se debería seguir acelerando, con tasas de penetración en muchos países (especialmente en Europa) de casi el 20% en la segunda mitad de 2021.